Publicado por Clínica Rangel Pereira | Historias que inspiran
Lucía Ramos tiene 52 años y ha pasado la mayor parte de su vida cuidando todo… menos a ella misma.
Directora de una agencia de viajes en Ciudad de México, su vida siempre estuvo marcada por el reloj. Madrugadas organizando su pequeño apartamento, revisando correos desde el celular mientras preparaba el café, saltándose el desayuno para evitar el tráfico y llegar puntual a la oficina.
“Siempre pensé que si cumplía con todo y con todos, yo iba a estar bien. Pero no me daba cuenta de que me estaba dejando para lo último”, recuerda Lucía con una sonrisa que hoy es muy distinta a la de hace un año.
La salud dio la voz de alerta
Un día cualquiera, en su empresa organizaron un chequeo médico de rutina. Lucía fue sin pensarlo demasiado, con esa actitud de “no me duele nada, seguro estoy bien”.
Pero al recibir los resultados, algo cambió.
Su colesterol estaba peligrosamente alto. Su presión también. Y la balanza marcaba 91 kilos para una estatura de 1.67 m. El médico fue claro:
“Si no haces un cambio radical, tu corazón no va a aguantar mucho tiempo más.”
Y ahí, algo se quebró. Lucía pensó en su hija, en su esposo, en los viajes que aún quería hacer —pero no por trabajo, sino por placer. En los libros que aún no había leído. En lo mucho que quería ver crecer a su familia.
El primer intento… y el abandono
Movida por el susto, se inscribió en un gimnasio. Durante un mes fue constante: sudó, madrugó, incluso bajó un par de kilos. Pero al mes siguiente, el cansancio volvió. Los correos se acumulaban, el estrés aumentaba y la fuerza de voluntad… se desvaneció.
“No tenía energía, ni cabeza para seguir ese ritmo. Y otra vez volví a lo de siempre: resolver la vida de todos menos la mía.”
Un anuncio, un clic… y un cambio que lo cambió todo
Una noche, desplazándose por redes sociales, vio el anuncio de uno de nuestros retos. Hablaba de pequeños pasos, de acompañamiento diario, de construir un nuevo estilo de vida sin sacrificios extremos.
“Fue como si alguien hablara directo a mí. Lo leí cinco veces antes de animarme, pero ese día decidí que ya no quería seguir así.”
Se inscribió. Y comenzó.
Pasito a pasito… y sin soltar la mano
Todos los días recibía una guía con lo que debía hacer: un cambio simple, una meta pequeña. Beber más agua. Preparar un desayuno en menos de 10 minutos. Salir a caminar media hora. Respirar profundo al despertar.
Y aunque hubo días en los que dudó, el grupo de apoyo fue vital: leer a otras personas que también tenían hijos, trabajos, cansancio… pero que aun así seguían, le dio fuerzas.
“Me di cuenta de que no necesitaba ser perfecta. Solo necesitaba no soltarme la mano a mí misma.”
Los médicos de la Clínica Rangel Pereira estuvieron allí en cada paso. Guiándola, escuchándola, ajustando su plan, felicitándola por cada avance. Con el escáner cuántico identificaron que su digestión no estaba funcionando bien y ajustaron su alimentación de forma personalizada.
Hoy, Lucía cuenta su historia con orgullo
Perdió más de 14 kilos.
Sus niveles de colesterol volvieron a la normalidad.
Pero más allá del cuerpo, ganó algo mucho más valioso: volvió a encontrarse con ella misma.
“Hoy me siento más segura, más viva, más feliz. Cocino diferente, camino más, respiro mejor. Y lo más lindo: mis hijos ahora me siguen. Me ven y entienden que el amor propio también se enseña.”
Para quienes se olvidaron de sí mismos…
Lucía quiere dejar un mensaje para todos los que viven corriendo, atrapados en el trabajo, las cuentas, el tráfico y la rutina:
“No esperes a que tu cuerpo te dé una advertencia. Tienes una sola oportunidad para vivir plenamente, y esa oportunidad se llama AHORA.”
En la Clínica Rangel Pereira estamos listos para acompañarte, paso a paso, con ciencia, con humanidad y con todo el cariño que mereces.
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